domingo, 6 de septiembre de 2015

Sé un bambú hueco, Osho



Este es uno de los métodos especiales de Tilopa. Cada maestro tiene su propio método especial a través del cual se ha realizado, y a través del cual le gustaría ayudar a otros. Esta es la especialidad de Tilopa: Como un bambú hueco descansa a gusto con tu cuerpo.

Un bambú: completamente hueco por dentro. Cuando descansas, sólo sientes que eres como un bambú: completamente hueco y vacío por dentro. Y, de hecho, éste es el caso: tu cuerpo es simplemente como un bambú, y por dentro está vacío. Tu piel, tus huesos, tu sangre, son todos parte del bambú, y dentro hay espacio, vacuidad.

Cuando estás sentado con la boca completamente silenciosa, inactiva; con la lengua tocando el paladar superior y en silencio, sin temblar con los pensamientos, la mente observando pasivamente, sin esperar algo en particular, siéntete como un bambú hueco. De repente, una infinidad de energía comienza a verterse dentro de ti. Estás lleno de lo desconocido, de lo misterioso, de lo divino. Un bambú hueco se convierte en una flauta y lo divino comienza a tocarla. Una vez que estás vacío, entonces no hay barrera para que lo divino entre en ti.

Intenta esto. Esta es una de las meditaciones más hermosas, la meditación de convertirte en un bambú hueco. No necesitas hacer nada más. Simplemente te conviertes en esto, y todo lo demás sucede. De repente sientes que algo está descendiendo en tu vacuidad. Eres como una matriz y una nueva vida está entrando en ti, una semilla está cayendo. Y llega un momento en que el bambú desaparece completamente.

Descansa a gusto; no desees cosas espirituales, no desees el cielo, no desees ni siquiera a Dios. Cuanto estás sin deseos, eres liberado. La budeidad no puede ser deseada, porque el desear es la barrera. Cuando estás vacío, el espacio está ahí; la semilla explota.

No hay nada que dar, no hay nada que conseguir. Todo está absolutamente bien... así como está. No hay necesidad de ningún dar y tomar. Eres absolutamente perfecto así como estás.

No necesitas convertirte en nada; simplemente date cuenta de quién eres, eso es todo. Simplemente date cuenta de quién está escondido dentro de ti. Tratando de mejorar, cualquier cosa que mejores, siempre estarás en estado de ansiedad y angustia, porque el mismo esfuerzo por mejorar te está conduciendo por un camino equivocado. Hace que el futuro tenga sentido, que la meta tenga sentido, que los ideales tengan sentido, y entonces tu mente se convierte en deseo.

Deseando, te lo pierdes. Al permitir que el deseo aminore, se convierte en un estanque silencioso de no-deseo; y de repente quedas sorprendido, inesperadamente está ahí. Y tú te reirás desde el vientre, como reía Bodhidharma.

¿Qué es lo que hay que practicar entonces? Estar cada vez más a gusto. Estar cada vez más aquí y ahora. Estar cada vez más en acción, y menos en actividad. Estar cada vez más hueco, vacío, pasivo. Ser cada vez más un observador; indiferente, no esperando nada, no deseando nada. Estar contento contigo mismo así como estás. Estar celebrando.

Y entonces, en cualquier momento; en cualquier momento cuando las cosas maduran y llega la estación correcta, tú floreces en un buda”.


Osho, Tantra: The Supreme Understanding, charla #4 

En www.osho.com
Imagen Sierra Exportadora

sábado, 4 de julio de 2015

La pregunta vital, Abraham Joshua Heschel (1907-1972)




Tan solo ser es una bendición. Tan solo vivir es sagrado. Y sin embargo estar vivo no es respuesta a los problemas de vivir. Ser o no ser no es la pregunta. La pregunta vital es: cómo ser y cómo no ser.

Abraham Joshua Heschel 

domingo, 15 de febrero de 2015

¿Cómo sabemos si estamos progresando espiritualmente? Govindan Satchidananda




¿Cómo sabemos si estamos progresando espiritualmente? Ésta es una cuestión importante de la cual todo aspirante espiritual debe saber la respuesta. No es una respuesta fácil, porque el camino espiritual es progresivo, y porque el espíritu no tiene forma, es difícil de medir. Así, antes de definir el progreso, definamos lo que entendemos por “espiritual.” En el Yoga hablamos del dilema humano del egoísmo, de la identificación con el cuerpo y la mente. Mencionamos los cinco cuerpos: el cuerpo físico (anna maya kosha, literalmente, el cuerpo de la comida), el cuerpo vital (prana maya kosha, que anima al físico y es el asiento de las emociones), el cuerpo mental (manomaya kosha, incluyendo el subconsciente, la memoria, los cinco sentidos, las facultades de reconocimiento), el cuerpo intelectual (vinjnana maya kosha, incluyendo nuestra facultades de racioncínio), y el cuerpo espiritual (ananda maya kosha, literalmente, el cuerpo de gozo o alma, que es pura consciencia, el Testigo).

Por tanto, el “progreso espiritual” debe implicar una identificación progresiva con el ananda maya kosha o cuerpo espiritual, y un dejar partir progresivo con las falsas identificaciones con los cuerpos físico, emocional, mental e intelectual o dimensiones de la existencia. Sin embargo, como veremos posteriormente, una vez es dominado el estado de Auto-realización, éste comienza a descender a los cuerpos intelectual, mental, vital y físico, transformándolos. Nuestro desarrollo espiritual no tiene por qué ser “fuera y arriba” de este mundo. Puede, como veremos, implicar un desarrollo integrado de todos los cinco planos de la existencia.

Inicialmente, sin embargo, estamos progresando espiritualmente en la medida en que nos identificamos cada vez más con esa parte de nosotros que es pura consciencia, o el Testigo. Esto es conocido como Auto-realización. Esto sucede en las fases siguientes:

1. El desarrollo de la calma

La calma no es la ausencia de pensamientos, sino estar presente con ellos. Así, conforme progresamos en esta fase inicial, sustituimos gradualmente el hábito de reaccionar de forma habitual, por ejemplo, con ira o ansiedad, con una calmada presencia. La mancha de la ilusión mental, conocida como maya, es gradualmente debilitada al cultivar la calma. Todas las prácticas de Yoga, incluyendo posturas, respiraciones, mantras, meditación y bhakti nos ayudan en esta fase a disminuir la agitación y la actividad innecesaria (rajas) y a debilitar la inercia, la duda y la pereza (tamas) con una ecuanimidad quieta y calmada (sattva). Esto trae la presencia o el ser (sat). Al practicar el desapego, comenzamos a dejar partir nuestra necesidad de estar absortos en las experiencias.

2. El desarrollo del Testigo, o Chit, consciencia pura

Adoptamos una nueva perspectiva, pero manteniendo atrás parte de nuestra atención, observando. El Testigo no hace ni piensa nada. Simplemente observa las acciones que suceden, o los pensamientos o las emociones o las sensaciones que vienen y van. Parte de nuestra consciencia está implicada en las actividades, parte permanece atrás, pasivamente. Comenzamos este estado con el esfuerzo de practicar Nityananda Kriya, o la consciencia continua, durante periodos de tiempo relativamente cortos, o desde el principio hasta el fin de una actividad. Esto es posible especialmente mientras hacemos actividades rutinarias que no requieran mucha concentración, o aquellas para las que estamos condicionados. Posteriormente, entra incluso en actividades que son desafiantes o que se experimentan por primera vez, por ejemplo, cuando tenemos un accidente y nos caemos. Esta perspectiva se vuelve más y más sin esfuerzo, e integrada con las actividades de la vida diaria. 3. “Yo no soy el Hacedor.” Conforme se desarrolla nuestra consciencia de Testigo ya no sentimos más que estemos haciendo algo, porque ya no nos identificamos más con el cuerpo y con los movimientos mentales. Más bien sentimos que sólo somos un observador y que nuestro cuerpo y nuestra mente son un instrumento. Parte de nuestra consciencia está implicada en hacer cosas, sea caminar, hablar, trabajar, comer, etc., pero ahora parte de nuestra consciencia permanece atrás. No hace nada. Permanece en un estado pasivo de atención sin juicio. Uno siente como si uno fuera un instrumento, y que el Divino hace todo. Uno siente que no hay un “hacedor” adentro. Aun así todo es hecho. Uno disfruta del juego de los eventos, su sincronicidad, sus consecuencias. Uno aprecia más y más cómo las acciones, las palabras y los pensamientos producen consecuencias, o karma, y cómo esta ley puede ser aplicada para producir felicidad a otros, en vez de sufrimiento. Con este nuevo y expandido sentido del Ser, uno siente que las necesidades de los demás son las propias. Uno expresa el propio amor por los demás, ayudándoles a encontrar la felicidad.

3. “Yo soy el que soy 

En la meditación profunda nos volvemos conscientes de lo que es consciente. La consciencia misma se convierte en el objeto. Sentimos que “yo soy en todo” y “todo está en mí”. Después, y gradualmente, esta realización del Ser comienza a impregnar nuestras actividades diarias de vigilia. La realización de Dios viene conforme se profundiza en este estado. Santos y místicos de todas las tradiciones espirituales han intentado describirlo, pero generalmente las palabras les fallaron. De hecho, cuanto más intenta uno describirlo, más se aleja uno de ello, porque al describirlo, o al pensar siquiera en ello, lo reduce a un conjunto de ideas. Como “ELLO” trasciende todos los nombres y formas, lo impregna todo, y es infinito y eterno, todo lo demás palidece en importancia. El silencio es por tanto el medio preferido de instrucción para aquellos que verdaderamente conocen ELLO. Como señaló coherentemente Swami Rama Tirtha, el primer yogui que llevó el Yoga a América, a finales del siglo XIX: “Un Dios definido es un Dios confinado. Respecto a esto no se puede hablar, y tampoco se puede silbar”.

Las fases mencionadas no siguen una línea recta. Las atravesamos en zigzag frecuentemente debido a la naturaleza inestable de la mente, y a nuestros hábitos habituales (samskaras), el karma, maya y la acción de los gunas. Pero, en general, ésta es la dirección de nuestro movimiento si estamos progresando espiritualmente. Nuestra identificación con el cuerpo, las emociones y los movimientos mentales se debilita y es sustituida con la identificación con Eso, que está más allá de nombres y formas, que es el Ser, la Consciencia Pura, y que es finalmente Divino.

Del libro “Kriya Yoga: inspiraciones en el sendero
Publicado por Centro Astrológico de Misiones 

sábado, 14 de febrero de 2015

Sé como un espejo, Ken Wilber




"En vez de luchar contra lo que nos aflige, simplemente asumimos hacia ello la inocencia de una desprendida imparcialidad. A los sabios y los místicos les gusta equiparar esta condición de testigos a la de un espejo. Reflejamos cualquier sensación o pensamiento que surja, sin adherimos ni rechazarlos, de la misma manera que un espejo refleja, perfecta e imparcialmente, cualquier cosa que pase ante él. Como dice Chuang Tse: El hombre perfecto emplea su mente como un espejo, que nada aferra ni a nada se niega; recibe, pero no conserva.


Si de alguna manera consigue alcanzar este tipo de presencia desprendida (lo cual exige tiempo), podrá considerar los sucesos que ocurren en el conjunto de su mente y su cuerpo con la misma imparcialidad con que contemplaría las nubes que pasan flotando por el cielo, el agua que se precipita en un torrente, la lluvia sobre el tejado o cualquier otro objeto que apareciese en su campo perceptual. En otras palabras, su relación con el conjunto de su mente y su cuerpo llega a ser lo mismo que su relación con todos los demás objetos. Hasta ahora, ha venido usando el conjunto de su mente y su cuerpo como algo con lo cual mira el mundo. Por eso se apegó íntimamente a ellos y se ató a su limitada perspectiva. Al identificarse en exclusiva con ellos, se encontró ligado y esclavizado a sus problemas, sus dolores y aflicciones. Pero al mirarlos con persistencia se da cuenta de que son meros objetos de la conciencia; de hecho, objetos del testigo transpersonal. Tengo mente, cuerpo y emociones, pero no soy mente, cuerpo y emociones".


Ken Wilber, La conciencia sin fronteras.
Fotografía: Antonio Naranjo Ojeda, Reflejos al atardecer - Bañaderos Gran Canaria

domingo, 16 de noviembre de 2014

Júpiter y Saturno en cuadratura: una encrucijada en la ruta de la consciencia, desde ahora hasta 2016, por Cristina Laird


Júpiter y Saturno en cuadratura desde ahora hasta el 2016

En estos días acaba de comenzar una danza entre los dos planetas más grandes de nuestro sistema solar, Júpiter y Saturno. Dos poderosos arquetipos que de alguna manera son opuestos, aunque no exactamente.
Un ciclo completo entre estos dos planetas comienza cada 20 años. Este ciclo en que nos encontramos ahora comenzó el 28 de  Mayo 2000 con la conjunción en Tauro. La primera cuadratura ocurrió con Jupiter en Escorpio y Saturno en Leo (al contrario que ahora), el 17 de diciembre del 2005. La oposición fué el 23 de Mayo del 2010 con Júpiter en Piscis y Saturno en Virgo y la cuadratura que comienza ahora, será exacta el 3 de Agosto del 2015 con Júpiter en Leo y Saturno en Escorpio, a unos 28º de cada signo. Aunque en Marzo y Mayo 2016 volverán a encontrarse pero esta vez con Júpiter ya en Virgo y Saturno en Sagitario. Por tanto en cada ciclo, la primera cuadratura ocurre al quinto año, después de la conjunción, la oposición al décimo año y a los 15 años ocurre la última cuadratura menguante, como la que estamos viviendo ahora.
Antes de anticipar que nos trae este aspecto a nuestras vidas es importante tener en cuenta que este es muchas veces un proceso interno, debido a la cualidad de Júpiter de ser un planeta prácticamente personal, no como la actual cuadratura entre Urano y Plutón que también nos moviliza desde el 2010, cuando todo parece ocurrir a raíz de eventos externos a nosotros.
Júpiter nos invita a expandirnos, a arriesgarnos a salir del barrio, cruzar el charco, en busca de otras mentalidades, otras filosofías de vida, otros ideales. Nos abre puertas a nuevos planes, y diferentes perspectivas de futuro. Nos impulsa a expandirnos a otras áreas de experiencia, diferente de la cual hemos nacido. Nos otorga más confianza (a veces demasiada) y optimismo para lanzarnos a buscar eso que le dará sentido a nuestra vida y a encontrar eso que siempre hemos querido hacer, consiente o inconscientemente. Rompe nuestras inhibiciones y de repente, pensamos: “porqué no?”. Normalmente la urgencia interna es de buscar más allá de los límites conocidos. De esta manera nos atrevemos a echar un vistazo a las posibilidades de nuestra vida, más allá de los confines culturales, del barrio, del pueblo, del entorno en que hemos nacido y crecido. Júpiter nos llena de anticipación y entusiasmo al pensar en las posibilidades del futuro.
El aprender otros idiomas, viajar, conectar con gente extranjera, trabajar para una ONG que nos permita visitar tierras lejanas, son todos impulsos jupiterianos en nuestra vida, como también lo es, animarnos a saltar al puente, sin saber con qué nos encontraremos al final de él.
Saturno,  por el contrario, no confronta con nuestras responsabilidades, con nuestros deberes, con lo que la mayoría de nosotros llamamos la absoluta realidad de nuestro presente. Saturno nos habla de nuestra mortalidad, del tiempo que tenemos sobre esta Tierra y nuestras posibilidades de acuerdo a la clase social de la cual venimos. Saturno es nuestra ambición de amasar una posición social respetable y normalmente esto significa ajustarse a las reglas culturales de donde vivimos. Saturno dice: “Más vale pájaro en mano que 100 volando”, “Es muy bonito soñar, pero la realidad se teje trabajando duro” “Cuanto más trabajes, más alto llegarás”.
En el discurso Saturnino, no existe el expandirse por expandirse, o sólo por ir a ver qué pasa más allá. “Con todo lo que todavía hay que hacer aquí”, dice Saturno. “Si quieres saltar a un puente debes asegurarte que sus cimientos sean fuertes y estables” agrega.
Es en esta disyuntiva, que nos encontramos ahora, a partir de este momento, en algún aspecto de nuestras vidas. Algo nos está diciendo: “Bien, finalmente esta es la hora de marcharse, de movilizarse, de expandirse”. Algo nos ofrece esta oportunidad. Pero por otro lado, algo igualmente poderoso, nos dice. “Todavía no, debes tener cuidado. Y si no se dá como tu quieres y si arriesgas y luego no funciona?”
Muchos aspectos de nuestras vidas pueden jugar el papel Saturnino en este momento en nuestras vidas:  el Jefe, los Padres, el Banco, el Gobierno, Hacienda, la Familia, el Marido, la Esposa, los Hijos. Todos ellos serán los recipientes de nuestro Saturno proyectado.
Aunque esta cuadratura no será exacta hasta el 3 de Agosto 2015, en estos momentos, estos dos planetas están a menos de 4º de orb. Por tanto podemos decir que las aparentemente opuestas voces de estos dos poderosos dioses se pueden escuchar claramente.
Donde se encuentre Saturno y Júpiter por tránsito en tu carta astral, será la zona de tu vida donde esta disputa de “expansión” y “ser cuidadoso y responsable” está tomando lugar.
Durante estos encuentros, progresar en nuestros proyectos puede resultar más difícil que lo normal, con imprevistas complicaciones que nos llaman a planear mejor. Dificultades con entidades oficiales, por temas que normalmente hemos ignorado por un tiempo y ahora parecen aparecer a la vez.
Temas de renovación de documentos, pagos a entidades oficiales, proyectos que se detienen por la indecisión de otros, viajes que se atrasan por diferentes motivos, etc, etc.
Los periodos de más tensión son ahora hasta el final de Noviembre, y luego otra vez a partir de Julio y Agosto del 2015. Sobre todo para aquellos con signos fijos en su carta astral (Tauro-Leo-Escorpio y Acuario). En 2016, desde Marzo hasta el final de Mayo y luego durante Junio, pero esta vez ya en signos mutables, por tanto afectará a aquellos con Géminis-Virgo-Sagitario y Piscis en su tema astral.
Es importante tomarse las cosas con mucha calma y comprender que hay ciertos temas que deben resolverse y ciertas responsabilidades que uno debe tomar. Separar las emociones de estos temas es vital y actual como un adulto, haciendes cargo de lo que surja, sin tratar de escaparse de ello, por que en cualquier ecuación donde esté envuelto Saturno, librarse de la responsabilidad sin consecuencias es prácticamente imposible. Por tanto es importante planear con tiempo y asegurarse que nuestro deseo de rápida expansión no nos ciegue a seguir los pasos correspondientes.
No tiene porqué ser un influencia negativa si hacemos nuestros deberes y cumplimos con lo que debamos hacer. Por el contrario, puede ser una magnífica oportunidad para hacer las cosas bien y no tener que pagar las consecuencias más tarde.
Otro punto a tener en cuenta es que Júpiter representa nuestras creencias y también en ocasiones nuestro fanatismo, no nos olvidemos que en el 2001, cuando cayeron las Torres Gemelas, todavía estaban juntos en esa conjunción que se inició en el 2000, por tanto cuando estos planetas se encuentran también nos ayudan traer a la consciencia las consecuencias de nuestras acciones guiados por creencias impuestas por otros. Ver la restricción en el “otro” es típico de estos momentos. Por tanto un poco de auto-análisis es importante, para dejar de proyectar nuestra sombra y limitaciones en los demás y poder así dejar de ser víctimas de algo o de alguien. Sino progresamos, normalmente la razón está en nuestro interior y no en los demás. Es tanto más fácil decir: “Pero es que no me dejan progresar, expresarme, ser”. “Ese” o “eso” que no me lo permite es normalmente el recipiente de nuestras proyecciones, donde depositamos todas nuestras imposibilidades y nuestras limitaciones (Saturno). Piensa otra vez y pregúntate, cual es la razón por la cual no progresas.
Durante esta cuadratura, los temas de independencia, religión, filosofía, (como ISIS), serán los portadores  de nuestra lucha interna. Es a través de estos temas que expresaremos nuestras luchas internas por expandirnos y crecer sin miedos. Recordemos que Saturno vive dentro de nuestra psiquis y la de los demás, al igual que Júpiter.
Dependiendo de la cultura que vengas,  y de como el colectivo en el que has nacido y crecido, ha gestionado estos dos arquetipos, será como vivirás este tiempo. Si tu cultura ha glorificado el expandirse cueste lo que cueste, eso harás, si por el contrario, vienes de culturas donde expandirse siempre ha estado truncado por un gobierno, unos padres demasiado autoritarios o ambiciosos, un sistema dictatorial, un imperio, etc, pues entonces es de esa manera que vivirás este tránsito.
Observa con detenimiento ese juego en tu propio interior y decide qué camino debes seguir. Cuanto más consciente se vive este proceso, más positivo es y más crecimiento nos traerá.

Título original: Júpiter y Saturno en nuestras vidas
Por Cristina Laird en Astrología Arquetípica 

Sol y Saturno en conjunción: orden y revisión en nuestra vida, por Astromadesoterica



Tercera y última vez…, que Saturno se encuentra con el Sol en Escorpio  desde su ingreso en el 2012. Suficiente tiempo ha pasado desde su llegada a este signo, pero igual el Dios del Tiempo no da tregua para hacer sentir y esgrimir nuevamente su guadaña.

Un Sol escorpiano que es duro como una roca para la influencia del Señor de los Anillos, combinada con una determinación de acero del práctico Saturno, buena amalgama para superar muchos obstáculos de la vida, porque el Alacrán no se rinde ante un desafío que capta su interés, y Saturno le agrega la fibra y la perdurabilidad necesaria para perseguir completamente lo que quiere.

Su encuentro, supone una nueva oportunidad para cuestionarte si estás o no satisfecho contigo mismo, obligándote a hacer más esfuerzos para corregir todos tus errores del pasado, te presiona para que arregles todo lo que está roto, atiendas todo lo que haz descuidado  por largo tiempo y se restaure quiéralo o no el orden en donde no hay control o haya caos, pudiendo sólo reclamar en dado caso, solo lo que es valioso para nuestro desarrollo personal. Es una tarea que debemos enfrentar y mil veces repetir hasta que tomes consciencia que arrancarán de tu vida todo aquello que sea innecesario, que la paciencia es una compañera válida y si evitas la obstinada negación a considerar el tan necesario cambio, Saturno recompensará con firmeza tus esfuerzos sólidos y bien fundados, estructurándose con sabiduría para alcanzar todas tus metas.

Es un período donde indudablemente sentimos debilidad física, ya que Saturno la reduce, por lo tanto es importante que administres y apliques tus fuerzas sólo a propósitos con fines constructivos.

Tiempo de derrotas o éxitos, redefinir ideales románticos, profesionales porque te encuentras con tu verdadero yo interno.  Si concientizas la energía saturnina, es momento que cultives con raíces profundas y fuertes, construyas sobre estructuras fortificadas y hagas a un lado tus debilidades interiores, eso es lo que quiere Saturno, si es así, consolidarás toda esa fortaleza interna y la harás perdurable para soportar el futuro. Extirpa definitivamente de tu existencia, todo lo que intenta sabotearla y reestablece con orden y propósito el camino que quieres seguir en tu vida desechando completamente los apegos del pasado, el resultado seguramente será una auténtica consciencia de lo que en verdad eres a estas alturas, y una convicción plena de saber hacia dónde se supone que vas.

Un contacto importante que se hace exacto, el 18 de noviembre 2014, convirtiéndose en una época para simplificar tu vida, poniendo en orden los elementos de tu experiencia actual y enfocándote en la importancia de esos conceptos fundamentales que definen quien eres en términos individuales.

Momento transcendental y revelador para los signos de Escorpio, Tauro, Leo y Acuario que difícilmente borrarán de sus mentes, porque las enseñanzas de Saturno quedan y dejan huellas imborrables, pero con el paso del tiempo agradecerás las mismas, para tu evolución personal. Precaución con afecciones en la salud especialmente del corazón. 

Por Madelein Méndez ASTROMADESOTERICA  

Imagen: Piet Mondrian

viernes, 31 de octubre de 2014

About lucidity and truth, Yucef Merhi



since our perception is limited, we experience reality as a damaged phenomenon. this is why lucidity is so crucial, because it extends our capability of accessing hidden information, increasing the mental resolution of our existence -an existence informed by our senses.

lucidity brings truth. it enables us to experience reality as a whole instead of a massive cluster of objects and representati...ons.

lucidity dilates our perception by sharpening our ability to see, hear, or become aware of something through the senses; by bringing a new set of senses in addition to the ones we regularly use -which define what we are and how to interpret our own existence.

but lucidity is just a medium, a estate that allows us to realize the truth: the truth of our true presence, of our real existence.

the experience of the truth is the experience of the whole as oneself, an experience that radiates no doubts, no judgments, no pleasure and no pain. the experience of the truth is the key to absolute harmony, to absolute peace, to absolute wisdom, to absolute freedom.

may all be lucid. may all be peaceful. may all realize the truth.


Yucef Merhi 

jueves, 22 de agosto de 2013

Diálogos: acerca de mente y totalidad, Eugenio Carutti y Alejandro Lodi




Alejandro Lodi: Me gustaría que comenzáramos profundizando en el tema del vínculo de la conciencia con los acontecimientos y hechos de destino. Podríamos comenzar diferenciando cómo son percibidos desde la identidad fragmentaria (o yo separativo) y desde una conciencia que comienza a incluir niveles transpersonales, o -en los términos de Alice Bailey- desde una conciencia centrada en “la personalidad” y una conciencia centrada en “el alma”.

Eugenio Carutti: En el mundo de “la personalidad” los acontecimientos son percibidos como el resultado de una acción voluntaria y consciente. En cambio, desde la perspectiva del “alma” son el resultado de la síntesis que se produce a partir de la elaboración de los significados.

Mientras predomina la conciencia ligada a la supervivencia y al yo, la personalidad está preocupada sólo por los acontecimientos. Pero, a medida que se va haciendo más compleja, a partir de los dobles vínculos que nos plantea el destino, empieza a florecer otra conciencia, una conciencia que comienza a darle importancia al significado. Por supuesto, primero lo hará con la intención de actuar mejor y obtener mejores resultados, pero luego comenzará a darse cuenta que hay una acción diferente que surge de la percepción de que todo es una sola cosa. Es una percepción unificada. A eso podríamos llamarlo el nivel religador de la conciencia, en el que todos los opuestos se sintetizan.
Para nosotros, para una conciencia que mira “de abajo hacia arriba”, ese “mundo del alma” todavía es significado. Necesitamos comprender el significado de la estructura. Pero, desde otro punto de vista, es claro que una carta natal es una experiencia unitiva que va manifestándose creativamente todo el tiempo.

Alejandro Lodi: En algunas notas te has referido, no sólo al “mundo de la personalidad” y al “mundo del alma”, sino a dos tipos de mente. Por un lado, la mente concreta, asociada a “la personalidad”, que intenta construir en el mundo objetivo su propio deseo. Por otro lado, cuando esa mente concreta cede a su anhelo de logro y construcción -quizás por frustración, porque el mundo parece no coincidir ni responder a las expectativas- recién puede florecer una mente más compleja, una mente que refleja, ya no el proceso de “la personalidad”, sino del “alma”.

Lo que más me atrajo de esta descripción es que aparece una percepción de la mente que es afín con “el alma”. Estamos acostumbrados a que “mente” y “alma” aparezcan siempre como dos dimensiones distintas, pero aquí sugerís que “el alma es mente”.

Eugenio Carutti: Es que el “alma” es mente. El “alma” es mente abstracta.

Alejandro Lodi: Pero esa forma de describirlo quiebra un supuesto muy habitual. Esta percepción rompe con la idea de que “la mente es aire y el alma es agua”, que “la mente es racionalidad y el alma es sensibilidad”. Aquí aparece una dimensión que es razón-sensibilidad.

Eugenio Carutti: El “alma” es mente en el sentido más profundamente capricorniano: abstrae experiencias y las despoja de su vivacidad particularizante, dotándolas de vivacidad resonante; esto implica un nivel de sensibilidad a lo universal.
La mente artística es un puente entre la mente concreta y el “alma”, en el sentido que es una mente que logra contener vivencias particulares en algo universal. En ese sentido, el arte implica un entrenamiento muy bueno en la disolución de los opuestos entre sensibilidad y racionalidad, entre particularidad y universalidad.

Alejandro Lodi: Es decir, “el alma” siente y, al mismo tiempo, en ese sentir percibe estructuras.

Eugenio Carutti: La clave es que es un sentir estructural. Es sentir –no entender- al mismo tiempo la posición del yo y la posición del vinculado.

Alejandro Lodi: En lo cotidiano “la posición propia” y “la posición del otro” parecen ser antagónicas y que tienden excluirse mutuamente. Pero ¿cómo resultan en este sentir estructural al que te referís? Sería estar-sentir el propio centro y, al mismo tiempo, tomar-sentir la posición del otro. Implicaría un cierto grado de objetividad, una sensibilidad con capacidad objetiva.

Eugenio Carutti: Es una capacidad de resonancia. Desde el punto de vista del “alma”, tanto la propia posición como, por ejemplo, la de una ex pareja que te dejó y te hizo sufrir son una misma experiencia, las vivencias de una y otra posición les cabe al “alma”. Son vivencias adentro-afuera y, desde ese nivel, indistinguibles.

Alejandro Lodi: En realidad, todo esto que estamos hablando es el nudo mismo de la polaridad neptuniana. Es registrar que la sensibilidad te hace percibir órdenes profundos e inclusivos, te lleva a registrar mayor complejidad, pero que en absoluto implica confusión. El desarrollo de la sensibilidad permite discriminar, no entrar en caos.

Eugenio Carutti: Es la esencia de la resolución de la polaridad neptuniana. El desarrollo de la sensibilidad permite realmente discriminar. Desde el punto de vista corporal-psicológico, la personalidad tiene acumulaciones de carga porque, como tomó posición en la experiencia, no puede hacer circular la energía libremente; está condicionada por su carga de resentimientos, anhelos, odios.

Alejandro Lodi: Y por lo tanto está condicionada a reaccionar.

Eugenio Carutti: Se hace reactiva. En cambio, en la circulación del “alma” no hay carga acumulada, porque la carga está circulando ininterrumpidamente. Desde el punto de vista de la experiencia, no se trata de que “uno sea el malo y el otro sea el bueno”, o que uno tenga razón y el otro no; ni siquiera que ambos tengan parte de razón. Todo eso es irrelevante para un nivel de inteligencia en el que no hay juicio, y por consiguiente no hay acumulación de carga.

Alejandro Lodi: Con lo cual aquí aparece como condición la necesidad de que baje la afectividad de tipo particular-personal, porque es una afectividad cargada de juicio, valorización, anhelo, necesidad, deseo, capricho, narcisismo… Si está muy viva ese tipo de sensibilidad afectivizada, aquella otra sensibilidad no puede florecer.

Eugenio Carutti: Me parece que la clave es darse cuenta que la mente abstracta de Bailey es una mente que siente. Es abstracta porque abstrae experiencias. Cuando decimos “abstracto” parece que nos refiriéramos a las matemáticas, pero es abstraer experiencias, es matemática en sentido pitagórico.

Después de veinte años a uno le cae la ficha de que cuando dice “Leo” está diciendo algo que es abstracto y que al mismo tiempo está encarnado, lleno de emociones y dramatismo… Tauro, por ejemplo, es la abstracción viviente de millones de existencias extremadamente sensuales y concretas. Y este es el nivel de realidad del que estamos hablando. En realidad, los que estamos disociando somos nosotros, porque nuestra manera de aprender astrología implica que el símbolo sea algo vivo, universalmente vívido.

Alejandro Lodi: Y la polaridad tiene un extremo iluminista y otro romántico, un anhelo de objetividad absoluta y otro de subjetividad absoluta. Dos polos de la expresión neptuniana.

Eugenio Carutti: Exactamente, por lo menos en nuestra cultura. Uno tiene que comprender profundamente las ilusiones condicionantes de Occidente, en particular de la ciencia. Y cada uno de nosotros es implícitamente un científico, porque cree en la existencia de la objetividad.

Alejandro Lodi: En este sentido, podríamos decir que la objetividad es el mito de Occidente. El científico es un tipo de conciencia que vive en el mito de la objetividad.

Eugenio Carutti: Un científico es alguien tan mítico como un chamán. El científico vive en el mito de que puede conocer el universo. Como el iluminismo destruyó la palabra “mito”, parece que diciendo esto estuviéramos haciendo una crítica de la ciencia. Pero no es una crítica.

Alejandro Lodi: En realidad, lo que estamos diciendo revela un doble vínculo: el científico vive en el mito de presuponer que está más allá de lo mítico, que no lo anima supuesto mítico alguno.

Eugenio Carutti: Que no lo anima la misma textura cognitiva común a todos los seres humanos (por supuesto, en evolución, porque no es lo  mismo una cosa que otra).

Alejandro Lodi: Como punto de partida, presupone que lo mítico es inauténtico, falso. Y, en realidad, esto es algo que habría que resignificar.

Eugenio Carutti: Occidente ha vivido separando lo racional y lo irracional, y definiendo implícitamente a lo racional como superior a lo irracional. ¿Dónde aparece el doble vínculo? El científico afirma que no puede saber cuál es el origen del universo más allá del origen de la materia o responder a preguntas metafísicas porque son cuestiones irracionales, y entonces concluye que el universo no tuvo origen y las cuestiones metafísicas no existen.

Alejandro Lodi: Lo que no tiene respuesta racional no existe. Si no puede ser explicado es porque no existe. La realidad es lo que tiene explicación racional.

Eugenio Carutti: Esta es la trampa constante de la mente tecnológica. Me parece muy importante estar atentos a esto y revisar esta creencia de que nuestro mundo está más allá de lo arquetípico. Y en esta creencia hay dos posiciones. Para el iluminista racional dejar atrás lo arquetípico es “una maravilla”, mientras que para Jung es “una desgracia” porque implica perder contacto con lo espiritual. Sin embargo, tanto el iluminista como el junguiano comparten el supuesto de que lo arquetípico y la racional son dos dimensiones diferentes, como si hubiera un corte cualitativo y no una mera diferencia de grado.

En toda esta reflexión hay una clave fundamental que se relaciona con poder referirse a la realidad como un movimiento eterno adentro-afuera, en el cual cada expansión de conciencia implica una nueva realidad. Porque en Occidente (y esto viene de mucho más lejos) tenemos un arquetipo fuerte (es decir, una estructura inconsciente) que dice que “existe una conciencia que ve la realidad tal cual es”. Pero, en realidad, si meditamos sobre esto, a lo sumo podríamos decir que la realidad tal cual es consiste en este movimiento infinito de realidades-conciencias. Hasta que el cerebro no se instale en este cursor adentro-afuera, no puede aparecer una superconciencia que eventualmente perciba otra cosa de otra manera. En la creencia de la separación entre el adentro-afuera se genera esta fantasía de que hay “una realidad tal cual es” que podemos llegar a conocer. Más aún, además la fantasía dice que debemos percibir todos la misma realidad.

Quizás la mayor riqueza de la conciencia humana florezca cuando, percibiendo realidades diferentes, aprendamos a hacerlas resonar y coordinarlas. Hasta ahora, toda civilización creyó en que todos debemos converger en “ver todos la misma realidad”, porque los que no ven “nuestra misma realidad” son de otro bando. Este es el tejido del Zodíaco: cada signo percibe –por su particular y específica posición en el mandala- la realidad de un modo muy diferente a los otros, pero la sabiduría está en abrirse a las resonancias y las riquezas de todas esas distintas maneras de percibir. Esa es la verdadera percepción unificada.

Alejandro Lodi: Para lo cual es necesario disolver el supuesto de exclusión que dice que habría modos de percepción que no tendrían que existir.

Eugenio Carutti: Sí, porque ese arquetipo -aún tan vivo en nosotros- presupone que la única manera de que haya coherencia es por exclusión. Ese arquetipo contiene un anhelo de coherencia por exclusión. Es confundir el eje Cáncer-Capricornio con el eje Virgo-Piscis. La coherencia zodiacal no proviene de la exclusión, sino del aprendizaje resonante en la participación en un sistema.

Alejandro Lodi: Al mismo tiempo, esa resonante participación en un sistema coexiste con la percepción de un ordenamiento en niveles. Habitualmente nos referimos a que existen estados de percepción más regresivos, más condicionados por el miedo y replegados en las necesidades de supervivencia, y estados de percepción más profundamente creativos y amorosos, menos limitados por el temor y por eso con mayor capacidad para ser más inclusivos y abarcantes. Sin embargo, siento que muchas veces quedamos atrapados en una polarización: por el pudor de creer que se está excluyendo se termina por negar esa discriminación, y a veces por la necesidad de discriminar se termina excluyendo. Es decir, terminamos confundiendo estados perceptivos que resultaría fundamental saber diferenciar.

Eugenio Carutti: Todo depende de la textura de la mente. Si la mente tiene mucho de neptuniano inverso, el corte será muy rígido y generará exclusión; si es muy neptuniano directo, no hace el corte en ningún lado y todo es confuso. Me parece que aquí resulta apropiado aplicar el paradigma musical: no es un tema de formas, no es un tema de dónde hacés el corte, sino que es un tema de notas, de precisión vibratoria.

Alejandro Lodi: De “swing”. No tiene que ver con leer correctamente la partitura, sino con algo que no está ahí.

Eugenio Carutti: De “swing” y también de precisión musical y de ritmo, porque tenés que saber que un Fa es un Fa. Ya sea improvisando o con partitura, tenés que saber que un Fa es un Fa. Tenés que percibirlo inmediatamente, sino desafinás.

En este punto, todo es una articulación entre la capacidad de distinción y la capacidad de resonancia, y de cuánta incertidumbre uno tolera para la realización de este aprendizaje. Uno pone borde cuando no tolera la confusión transitoria de la cual surgirá más tarde una coherencia mucho más rica.

Alejandro Lodi: Son dos personajes internos. El que necesita marcar porque no se banca la confusión y la falta de certidumbre, y el que anhela esa laxitud resistente a cualquier tipo de discriminación.

Eugenio Carutti: Lo malo es que el complot en la polaridad neptuniana, ya sea del lado inverso o del lado directo, es que siempre tenés una estructura que mantiene un nivel tremendamente confuso y otro nivel completamente mecánico. Cualquiera de los dos personajes que hegemonice va a provocar polarización y, como sabemos, el otro va a permanecer en la sombra.

Alejandro Lodi: El directo se apropia de la sensibilidad y el inverso se apropia de la razón.

Eugenio Carutti: Es muy importante purgar a lo neptuniano de la emoción personal. Siempre hay que recordar que Neptuno es trans-saturnino, refiere a resonancias y reverberaciones transpersonales, no a las ligadas al yo y que son lunares, venusinas o jupiterianas. Se refiere al “alma”, a ese nivel de resonancia. Lo neptuniano es un aprendizaje en esa dimensión.


En Alejandro Lodi, Astrología  
Mandala: Eugenia V Hidalgo

sábado, 17 de agosto de 2013

Osho: La Meditación es Lúdica




La meditación no es algo propio de la mente, sino algo que está más allá de ella. Y el primer paso es asumir una actitud lúdica frente a la meditación. Si tomas la meditación como algo divertido, la mente no podrá destruir tu meditación. Si no lo haces, la transformará en otro viaje del yo y te tornará muy serio. Comenzarás a pensar: "Soy un gran meditador. Soy más sagrado que el resto de la gente, mientras que todo el mundo es terrenal, soy religioso, soy virtuoso." Es esto lo que les ha sucedido a miles de así llamados santos, moralistas, puritanos: solamente están jugando juegos del yo, sutiles juegos del yo.

Por eso quiero cortar esto de raíz desde el principio. Enfrenta la meditación con una actitud lúdica. Es una canción para ser cantada, una danza para ser danzada. Tómala como diversión y te sorprenderás: si puedes asumir en forma lúdica la meditación, ésta se desarrollará a pasos agigantados.

Pero tú no estás anhelando logro alguno. Simplemente, estás disfrutando de sentarte en silencio, gozando el mero acto de sentarte en silencio. No se trata de que estés a la espera de algún poder de yogui, siddhis, milagros. Todo eso no tiene sentido: es la misma tontería de antes, el mismo viejo truco, pero con nuevas palabras, en un nuevo plano... La vida como tal debe ser entendida como un chiste del cosmos. Entonces, de repente, te relajarás porque no hay nada por lo que tensionarse. Y, en esa misma relajación, algo empieza a cambiar en ti: hay un cambio radical, una transformación. Y las pequeñas cosas de la vida comienzan a cobrar un nuevo sentido, una nueva significación. Entonces, nada es pequeño, todo empieza a tomar un nuevo sabor, una nueva atmósfera. Uno empieza a sentir una especie de santidad por todas partes. Uno no se transforma en cristiano, no se transforma en hindú, no se transforma en mahometano. Uno simplemente se vuelve un amante de la vida. Uno aprende una sola cosa: cómo gozar de la vida.

Pero gozar de la vida es el camino hacia Dios. ¡Danza tu camino hacia Dios, ríe tu camino hacia Dios, canta tu camino hacia Dios!

 

domingo, 4 de agosto de 2013

Acerca de Neptuno transitando al Sol, por Alejandro Lodi



Charles Chaplin crea un personaje que conmueve al mundo e inscribe en el inconsciente colectivo una versión del arquetipo del excluido, de una bondad que no encuentra lugar dentro de las rígidas exigencias de la sociedad humana. 
 
Adolf Hitler, que hasta ese momento creía ser un artista, combate en la Primera Guerra Mundial y siente el llamado de la providencia divina para dedicar su vida a salvar a su patria y conducirla a su destino de gloria.

Ernesto Guevara se consagra en sacrificio en la selva boliviana, con un grupo de apósteles combatientes, en pos de la revolución socialista y de una nueva humanidad.

Nelson Mandela asume los honores de ser elegido presidente de su país, convocando a disolver el antagonismo racial cristalizado en la sociedad sudafricana y que él mismo sufriera con décadas de prisión.

Juan Perón, en el máximo de su popularidad, logra darle al país que preside una constitución ajustada a su propia visión que parece contar con un apoyo unánime, sin oposición.

¿Qué tienen en común estos hechos? Todos ellos ocurrieron en momentos en que Neptuno transitaba en aspecto significativo al Sol de las cartas natales de cada una de estas personalidades.

En los tiempos de Neptuno ingresando a Piscis, todos aquellos que tengan su Sol en los primeros grados de un signo –en especial de la cruz mutable- están participando de un muy particular desafío para la conciencia y que poco se repite a lo largo de la vida. Y como toda instancia crucial, el tránsito de Neptuno al Sol natal combina maravillas y peligros, oportunidades y riesgos.
Tratándose del dios de los océanos y sus profundidades, en estos climas la conciencia individual puede orientarse hacia puertos trascendentes, que expanden su percepción hacia lo universal, o experimentar angustias de naufragio.

En principio, Neptuno al Sol representa un momento de máxima sensibilización de la identidad. La imagen de sí mismo se torna porosa, permeable a registros sensibles de dimensiones de la realidad que hasta ahora no tenían posibilidad de ser advertidas. La propia expresión individual puede alcanzar una alta resonancia colectiva. Pero esto sólo es el “efecto secundario” de un significado aún más prodigioso: la expansión de la conciencia más allá de las fronteras de lo individual, la inmersión en la cualidad transpersonal de la existencia que deja en suspenso la capacidad del centro organizador de la percepción (el yo) para dar cuenta de esa realidad que empieza a revelarse.

Este punto es clave. Neptuno al Sol no representa la fatal confusión o pérdida del yo, sino un desafío de expansión a partir de disolver los límites conocidos de la identidad. Es la revelación de una expresión consciente, de un reconocimiento de quién soy, que va más allá de la imagen históricamente construida y que, por eso mismo, permite entrar en contacto con contenidos del ser hasta ahora inconscientes. Es decir, el tránsito de Neptuno al Sol no representa una despersonalización absoluta o el nefasto determinismo de una psicosis, sino una dilución de niveles rígidos (o simplemente ya celebrados) de la personalidad para que la conciencia pueda tener así la oportunidad de responder a niveles del alma.




No obstante, por definición, todo tránsito de un planeta transpersonal al Sol convoca a una experiencia que no tiene por sentido confirmar al yo ni contribuir a su estructuración, sino justamente desestructurarlo y desorganizarlo. Y esto implica aceptar que la naturaleza de estos momentos sugiere riesgos de distorsión patológica. En el caso de Neptuno, si la conciencia se mantiene aferrada a la imagen personal que tiene de sí misma, esta invitación a ser sensibles a dimensiones de la realidad trascendentes (veladas a nuestra percepción habitual y que ahora parecen transparentarse) será significada como la amenaza de un quebranto de todo sentido de realidad. De este modo, este tiempo de disolución de la sensación de importancia personal, de pérdida de la identificación exclusiva con el yo personal, de sensibilización de las fronteras rígidas de la personalidad, paradójicamente, termina redundando en una sacralización de tales rigideces, en una elevación a virtud espiritual de las cristalizaciones más egoicas y en el otorgamiento de misiones épicas al pequeño yo.
 
La oportunidad de difuminar niveles de identidad ya agotados, para así fundir a la conciencia en cualidades más vastas del ser, se frustra generando una distorsionante inflación del ego personal, que intentará apropiarse entonces de las potencialidades transpersonales del momento. Esa pulsión de trascendencia que invita a ir “más allá de Saturno” queda capturada dentro de las fronteras que el ego reconoce seguras. Pero, de todas maneras, esa cualidad que pugna hacia lo transpersonal buscará expresarse y lo hará ahora en formas que necesariamente, a consecuencia de aquella represión, rondarán el riesgo de desequilibrio psíquico: delirio místico, fantasía mesiánica,  paranoia alucinatoria, etc. Ese desequilibrio no es propio de la cualidad neptuniana, sino su patológica manifestación cuando se ve confinada a actuar dentro de los límites que le marca las necesidades del yo y el temor a su propia trascendencia. Cuando prima el miedo y la necesidad controladora del ego ante aquello que lo invita a entregarse al misterio, la sensibilidad perceptiva incrementada por el efecto Neptuno se descarga entonces en hechizos, encantamientos y fabulaciones que tienen siempre al yo personal como protagonista autorreferente. El potencial de la conciencia de apertura a lo universal se malogra en la fascinación de “ser yo mismo el universo”.

El tránsito de Neptuno al Sol deriva así en un momento de confusión de la identidad como consecuencia, no de su cualidad vibratoria, sino de la traducción que hace de ella la conciencia que pone de manifiesto el narcisista intento de controlar la potencialidad de expansión amorosa. Así, ante la emergencia de una experiencia cumbre que proponga abrir el corazón a toda manifestación de la vida, el yo demandante de afecto personal confirmatorio de sí mismo de inmediato la significará como la evidencia de “un universo que me ama a mí”.

Los climas neptunianos operando sobre el Sol exponen el volumen de nuestro miedo psicológico a perder el borde de nuestra personalidad. Y la reacción más común (e inconsciente) será la de una contracción de la conciencia en una forma de identidad personal -definida con trazos gruesos- como garantía de “sentir un yo”. Esto habilita la encantadora pesadilla de la encarnación arquetípica: dar vida a un arquetipo, tomar vitalidad de uno de esos programas psíquicos contenidos en el inconsciente colectivo de la humanidad. El hechizo arquetípico ofrece una muy convincente (y por eso irresistible) sensación de identidad. Encarnar un arquetipo aporta la sensación de ser alguien bien definido, importante y trascendente, que pone fin al incómodo sentimiento de licuación de la personalidad, de confusión respecto a quién se es, que trae consigo el embriagante Neptuno.




No obstante, como siempre parece ocurrir, cuanto más creemos estar escapando de lo temido, más nos aproximamos a ello: es esa misma vivencia arquetípica la que resulta una alucinación, un extravío para la conciencia, el dulce encantamiento de un canto de sirenas que conduce fatalmente a la tragedia. La extraordinaria vida que cree estar viviendo la persona gracias a haber adoptado la investidura de un específico arquetipo, en verdad, es la vida de ese arquetipo. Es el arquetipo el que toma la vida de la persona y no al revés. Es el relato del arquetipo el que está siendo desarrollado (como ya lo fuera tantas veces en la historia de la humanidad) tomando la vitalidad de aquella angustiada conciencia. Sin darse cuenta de ello, la conciencia individual traba con los arquetipos del inconsciente colectivo un oscuro pacto del que nunca resultará favorecida. Es por eso que discernir entre la vitalidad del alma (creativa y por eso incierta e insegura) y la vitalidad de la personalidad arquetípica (repetitiva y por eso tranquilizadora y segura) es uno de los sentidos claves de un tránsito de Neptuno al Sol, un desafío que requiere poner en juego todo nuestro coraje espiritual, porque cualquier variable creativa implicará estar dispuesto a afrontar alguna forma de trasgresión de la pauta arquetípica.

No es menor el valor necesario para poner en juego el conjuro de aquel encantamiento: tomar en cuenta la mirada del otro para romper la fascinación del campo de distorsión de la realidad en el que la conciencia se encuentra atrapada, para desencantar esa burbuja autogratificante en la cual la realidad es tal como mis necesidades afectivas personales la configuran. Atender al mundo vincular es la clave para responder a la expansión de sensibilidad neptuniana minimizando los riesgos de tergiversación narcisista. El límite y frustración que aporta el contacto con el otro es la medida del delirio, la paranoia y la egolatría de la propia posición.

Sin embargo, durante un tránsito de Neptuno al Sol, el miedo al desvanecimiento de la identidad habitualmente promueve una reacción de repliegue en las funciones planetarias que dan una sensación de ser “un yo discriminado, autosuficiente, que sabe lo que quiere”, refractaria, por lo tanto, al encuentro vincular que no resulte confirmatorio de esa propia imagen. Estas funciones están vinculadas con la definición de bordes personales inexorables: la decidida acción de Marte, la precisa discriminación de Mercurio y la firme determinación de la realidad de Saturno. En esa retracción, tales funciones se expresan disociadas de aquellas que le resultan naturalmente complementarias. Y esa disociación da inicio a la pesadilla de la polarización. Polarización es disociación y, por lo tanto, la frustración de la creatividad complementaria.
 
En ese ejercicio distorsionado, Mercurio se manifiesta generando interpretaciones delirantes, superficiales o fragmentarias, disociado de su complemento jupiteriano de sentido, trascendencia y síntesis. Marte muestra una susceptibilidad irritada y beligerante, traducida en todo tipo de alucinaciones persecutorias, disociado de la capacidad venusina de armonizar con la diferencia del otro y de abrirse a la dinámica del encuentro complementario. Saturno aparece como un sentido de realidad tan fascinante y mágico como inflexible y rígido, disociado del talento lunar de ser sensible a las necesidades de otros y de entrar en contacto emocional con la realidad.
Pelear, relatar y juzgar es vivido como el más efectivo antídoto a la amenaza de confusión y pérdida de sentido de identidad personal. En esa conducta la personalidad siente ponerse efectivamente a resguardo de lo que, en verdad, es una convocatoria de su alma, no la acción de enemigos. La acción del alma es vivida como una amenaza de pérdida de lo que es propio, como un intento de ser robado de preciadas pertenencias. Las fantasías acerca de sí mismo, la exacerbación de la mirada autorreferencial de la realidad, una visión mesiánica acerca del valor individual, y cierto culto a la propia personalidad pueden ser algunas de las expresiones de la función solar distorsionada en su reacción al clima de Neptuno en tránsito.

Lo que este tránsito sugiere -la sensibilización expandida respecto al misterio de la identidad y a la percepción de órdenes más profundos y vibratorios en los que la sensación de ser un individuo puede desarrollarse- puede implicar para la conciencia un tiempo propicio para agotar dimensiones arquetípicas (ya repetidas hasta el hartazgo y pasar así a otras más sutiles) como también para quedar atrapada patológicamente en ellas. La posición del Sol por signo, casa o aspecto en la carta natal aporta alguna clave acerca de la naturaleza y carácter de los arquetipos que ejerzan atracción durante un tránsito de Neptuno, ya sea para ser consumados o para cautivar a la conciencia. Por ejemplo, si se trata de una carta con Sol en Piscis, con Sol en casa XII o Sol en aspecto con Neptuno, la conciencia resulta particularmente susceptible a los arquetipos de héroe, salvador, chivo expiatorio, víctima sacrificial, mártir, misionero o inquisidor entre tantos otros. 

Más allá de las trampas arquetípicas, los tiempos de Neptuno al Sol representan una exquisita oportunidad para responder a transparencias del alma, un portal a lo sagrado en nosotros, a la correspondencia de nuestra conciencia con los sonidos de las energías que nos entraman, en la medida que se confía en la pérdida de discriminación racional respecto a quién se es. No son tiempos para estar definitivamente seguro de la propia identidad conocida, sino para asistir con conciencia a la emergencia de dimensiones desconocidas de lo que soy y que exigirán desalojar la imagen que se tiene de sí mismo. La renuncia consciente a esa atesorada imagen -cargada de memoria afectiva- no excluye un nítido y legítimo sentimiento de melancolía, de despedida. Es la complejidad emocional inherente al delicado y trascendental desafío de aceptar la disolución y entregarse a la impregnación del misterio, de hacer contacto con una sensibilidad amplificada hacia lo universal sin cerrarla en interpretaciones racionales o decisiones voluntaristas por miedo al desborde personal y a la pérdida de la representación de sí mismo afectivizada. Es tiempo de descubrir resonancias con dimensiones que van más allá de lo que creo ser o de lo que estoy habituado a creer que soy, de responder al impulso que nos convoca a la trascendencia de la conciencia, más allá (no en contra) del  mundo personal.




En lo concreto, este contacto con el misterio del ser implicará de alguna manera resignar, renunciar o retirarse de deseos del yo. Que se revele la capacidad para ser sensibles al mundo de la imagen y de los espejismos supone la disposición a agotar un proceso de la identidad personal, de que los bordes de la personalidad en la que se ha desarrollado conciencia se tornen porosos y se disuelvan en la sorprendente revelación de una nueva dimensión del misterio de lo que soy. Son tiempos para agotar los sueños del yo, ya sea celebrándolos o resignándolos. Tiempos de despedirse de propósitos personales para permitir que afloren propósitos del alma, de renunciar a “lo que deseo ser” para ser sensibles a lo que el destino revela en nosotros como intención, más allá de “lo que quiero de mí”. Neptuno en tránsito al Sol indica que ya es momento oportuno para que la conciencia se brinde en servicio a lo universal, antes que a la satisfacción de un yo personal exitoso. Son tiempos en los que el alma necesita ser reconocida, antes que el yo confirmado.

Por último, Neptuno puede despertar en la conciencia la sensibilidad perceptiva necesaria para registrar la presión psíquica que ejerce una comunidad a encarnar determinado arquetipo funcional a expectativas personales, familiares o colectivas. Los tiempos de Neptuno al Sol pueden tender la trampa de vivir inconscientemente el arquetipo confundiéndolo con lo que en verdad soy. Pero también pueden ofrecer la oportunidad para desencantar esas expectativas, despojando a la conciencia de esa investidura arquetípica, dulcemente fascinante y fatalmente asfixiante. Momentos cruciales que dan la posibilidad de diferenciarse conscientemente de esos arquetipos percibiendo su atractivo y condicionante hechizo.

Encarnar arquetipos puede constituir un servicio a deseos colectivos inconscientes, pero que siempre representarán una captura, un condicionamiento para la libre expansión de la conciencia hacia niveles de creatividad. El inconsciente colectivo hace presión para que el individuo represente anhelos de la comunidad. Y en esa exitosa expresión arquetípica del individuo se refuerza aún más aquel deseo del colectivo y su condicionamiento en conciencias individuales futuras. En casos extremos la conciencia individual se psicotiza y contribuye a reforzar la psicosis colectiva. Ese es el valor universal de testimonios como el fenómeno de Hitler y el nazismo en Alemania en la década del ´30.

En este sentido, en tiempos de Neptuno en tránsito a su Sol, un individuo puede recibir altos reconocimientos y honores de parte de la comunidad a la que pertenece. Pero es crucial sostener la perspectiva transpersonal de esos eventos y significar tales distinciones como la experiencia que permite agotar una dimensión de anhelos de la personalidad individual en sintonía con los de esa comunidad. Es disponerse conscientemente a celebrar el logro de algo muy deseado durante mucho tiempo “para darme cuenta que no soy eso”. Es una desilusión para el nivel personal y un portal de resonancia con niveles transpersonales del ser que colabora con desilusiones colectivas que redunden en saltos de madurez para la sociedad. Esos reconocimientos y honores no son un beneficio personal, ni siquiera están dirigidos a la persona, sino a lo que ésta representa simbólicamente para la comunidad.

En definitiva, el clima de los momentos de Neptuno transitando al Sol pueden resultar propicios para que la conciencia se fascine con un arquetipo, disfrute de su efecto mágico, padezca su ilusión, o también para defraudar deliberadamente ese encanto y así permitir una respuesta creativa, que no repita el programa arquetípico, tanto a escala individual como colectiva.


En Alejandro Lodi, Astrología 
Una exploración en los símbolos del alma
Febrero 2012